Los bots también votamos
El rol pasivo de Meta, Google y Twitter en las elecciones chilenas

José Ignacio Stark
August 26, 2022

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Los llamábamos bots y nos reíamos de ellos. De sus trending topic diarios, de sus tuitazos organizados por cuentas que parecían una caricatura.
Incluso llegamos a pensar que eran inofensivos. Pero a dos semanas del plebiscito que decidirá si los chilenos aprueban o rechazan la propuesta constitucional, los bots — o cuentas automatizadas con actividad no auténtica - son el principal arma para polarizar la conversación en la caja de eco favorita de los medios chilenos: Twitter.
Coincidencia o no, nuestro plebiscito está distante un mes y medio de las midterms estadounidenses, las elecciones legislativas donde el gobierno de Biden podrá tomarle la temperatura a su desempeño. Y por supuesto, allá Twitter está más que preparado: "Twitter es el lugar para encontrar información confiable y en tiempo real sobre las elecciones de 2022", dice en su centro de ayuda, "ya sea que estés buscando noticias de última hora narradas por periodistas, información sobre cómo votar o posiciones políticas de los candidatos. Nuestro objetivo es permitir una conversación cívica saludable en Twitter, mientras nos aseguramos de que las personas obtengan el contexto que necesitan para tomar decisiones informadas sobre el contenido que encuentran. Debido a que somos un servicio global, casi siempre hay elecciones en Twitter."

Pero la buena voluntad es real sólo en Estados Unidos. Para el equipo de moderación latinoamericano de la plataforma, las próximas elecciones en Chile no han existido ni existirán, y su política de integridad civil — que debutó gracias a la cuenta de Donald Trump en la plataforma y los tweets del expresidente - sólo ha sido aplicada como un "experimento" a inicios de 2022 en EE.UU y Brasil, donde Twitter asegura que la circulación de tweets con desinformación se redujo en 1.6 millones de impresiones; la semana pasada, el programa se amplió a Australia y Corea del Sur.
Mientras tanto, en Chile un diputado con cuenta verificada puede amenazar a una autoridad de salud en un video mientras afirma que las vacunas contra el COVID-19 contienen grafeno — una violación directa de sus términos de servicio -, y antes, postear un meme burlándose de las víctimas de violaciones a los derechos humanos en dictadura sin que reporte alguno de usuarios afecte el estado de su cuenta; un troll que genera tweets impersonando a una cuenta de fact-checking puede ser calificada por un estudio publicado en un medio escrito como "influyente"; un canal de televisión puede citar y atribuir a un senador información falsa y diseminarla a 3.8 millones de cuentas de la plataforma, sin que Twitter tome acción alguna sobre ese contenido, como etiquetarlo con una advertencia tal como lo hizo con Trump y el partido de Narendra Modi en India, BJP.

Un cuarto de millón de dólares en Facebook
Pero la desinformación y manipulación de la opinión pública no solo ocurre en la plataforma de microblogging que su propio fundador hoy cree que fue un error transformar en empresa.
La campaña del Rechazo ha vertido casi USD$130 mil en publicidad en Facebook e Instagram desde inicios de mayo hasta la primera semana de agosto de 2022, de acuerdo a un catastro realizado por Ciper, en clara violación de la Ley Electoral chilena que sólo permite la publicidad política 60 días antes de un proceso eleccionario. En mayo, Interferencia ya registraba una inversión de 180 mil dólares en las plataformas de Meta para amplificar contenidos en contra del trabajo entonces en progreso de la Convención Constitucional y los convencionales. De acuerdo a la ONG Derechos Digitales, parte de ese financiamiento vendría desde entidades ligadas al Partido Republicano.

Seis meses más tarde de los reportes, Meta decidió tomar acciones: el lunes 23 de agosto activaron un paquete de "herramientas que permitan un abordaje integral del proceso electoral" para "ayudar a las personas a acceder a información confiable y reducir la desinformación al tiempo que promovemos la participación ciudadana y protegemos la integridad de la elección en nuestras plataformas."
Entre las medidas, que incluyen también a WhatsApp — donde Pablo Bello, ex SUBTEL en el gobierno de Bachelet II, funge como su director de políticas públicas para América Latina - está el trabajo con FastCheck Chile y AFP Factual para verificar las informaciones publicadas por los usuarios en la plataforma; un "canal voluntario y temporal" para que el SERVEL pueda solicitar información de quienes financian campañas; y el compromiso de remover toda publicación que infrinja las políticas de Meta "sobre supresión del voto — contenidos que desalientan el voto o interfieren en él".
8 millones de visitas en YouTube

Capturado desde el video "¿Cómo obtener todos los derechos? - Vota Apruebo" de Hacheismo en YouTube
¿Qué tienen en común Patricia Maldonado y El Baquedano? El hombre tras ambos canales en YouTube: Hacheista/Hacheismo, el pseudónimo de Humberto Boellert. Perfilado por El Mostrador en abril como uno de los "especuladores del Rechazo" que, a través de la pasarela de pagos Flow, solicita financiamiento para acosar y hostigar a sus adversarios políticos a través de redes sociales. “Los voy a tapizar en tweets sarcásticos, imágenes poco favorables y mails para meterles presión. Van a querer dejar su teléfono en la casa…”
Y vaya que los esfuerzos han rendido fruto: de acuerdo a SocialBlade, los videos de El Baquedano generan casi 180 mil visualizaciones semanales, con ingresos publicitarios mensuales que pueden alcanzar hasta USD$3.000 mensuales. Solo en julio, el canal de "noticias" se anotó 5.700 nuevos suscriptores y sobre 1 millón de visualizaciones combinadas, todo gracias al algoritmo de YouTube que permite que videos sensacionalistas que pregonan sobre el fin de la libertad de expresión en Chile, el terrorismo en la Araucanía o el ardid sobre el avión venezolano-iraní y la "ciberinteligencia" a favor del gobierno de Boric sean vistos por millones de chilenos que moldean su opinión en base a las ideas de manual que Boellert propaga: edición audiovisual ágil y enfocar el contenido en el conflicto – sin importar su veracidad - para reforzar una narrativa y así darle de comer al algoritmo.
En noviembre de 2021, Meta se vanagloriaba de matar una granja de contenido en Nicaragua que desde 2018 manejaba 937 cuentas, 140 páginas y 24 grupos en Facebook, además de 363 perfiles en Instagram; todos orientados a moldear la opinión pública. Más al sur, en futuros te contamos cuando una red similar de menor escala – operada desde Brasil y desbaratada en julio de 2020 - tenía lazos con el Partido Progresista chileno. Pasaron dos años, y Zuckerberg decidió no priorizar la integridad de las elecciones en Facebook a nivel mundial; el equipo encargado se redujo de más de 300 a un poco más de 60 personas. Los esfuerzos de la compañía, desde el nombre hacia abajo, ahora se enfocan en hacer realidad la visión del Metaverso.
Mientras tanto, en el mundo de los átomos, los bots chilenos siguen ejerciendo su derecho a intervenir el proceso electoral en redes sin que nadie se los impida. ¿A quiénes responden? ¿Quién financia la erosión de los espacios digitales aprovechándose de la complacencia tácita de las plataformas donde los votantes interactúan a diario? ¿Hasta qué punto permitimos que la opinión y agenda pública sean modeladas por plataformas que priorizan la interacción tóxica al costo de quienes pueden pagar por darle alcance a sus narrativas inexistentes?
Quien sabe: quizás comprometerse personalmente a romper la polarización en nuestros círculos de influencia más cercanos — familia, amigos, compañeros de trabajo - y volver a tejer confianza siendo agentes de información confiable pueda tener algún efecto de mejorar nuestra percepción de conocimiento que no es tal, donde la sospecha y la duda actúan como un arma de doble filo permanente contra los hechos y la realidad. Son dudas que van a quedar junto a los cultivos de desinformación que siguen brotando en un disco de petri llamado Chile.
Nos leemos pronto,– ji